lunes, 10 de marzo de 2014

Objetividad periodística - Capítulo 4: Condiciones de periodista

El emisor o periodista

Según Carlos Sosa, el periodista es por definición “el buscador y difusor de las verdades, el que investiga, conoce y transmite a los demás la realidad –una parte de la realidad- del mundo. Esta es una de las definiciones que más se acerca a dar la respuesta a la pregunta inicial, pues acierta sobre su naturaleza: buscador y difusor de verdades.

Asimismo, el periodista es considerado en su rol social como el “mediador” entre la realidad y las personas que conforman la sociedad. La función mediadora es la que más le distingue, pues el es quien se encarga de conocer, entender, interpretar y difundir aquello que las personas no pueden conocer.

Ese ser buscador de la verdad, se concreta en algunas características que ayudarán al periodista a alcanzar su mas preciada meta. “Ético, riguroso, detallista, balanceado y puntual. Inteligente, persistente, batallador, sagaz, profundo, concreto y revelador, siempre serán elementos que irán configurando el perfil de un buen profesional de la información.”

El emisor y el medio

Para Carlos Sosa el proceso de dar vida a las noticias tiene dos momentos fundamentales. El primero de ellos es el “conocimiento y aprehensión por el informador de la realidad externa”, e; cual deja al descubierto la naturaleza racional del hombre, esa capacidad de conocer a través de los sentidos externos e internos, para poder emitir juicios acordes con la realidad y poder decir: “esto es verdad”.

La segunda fase del proceso antes mencionado es “la posterior comunicación en forma de mensaje de esa realidad por él conocida e interiorizada” En estos momentos es donde el comunicador social tiene la oportunidad de poner todas las herramientas humanas y profesionales que están a su alcance para llegar a la verdad objetiva y por tanto hacer un buen periodismo. A veces se cree que la objetividad solo se puede ver en el producto final, es decir, en la noticia; sin embargo, no se puede dejar a un lado el primer proceso donde por lo general se distorsiona lo que se conoce. Hay que dejar claro que la objetividad se da en esos momentos, por lo que la falta de  formación humana, intelectual y profesional puede ayudar a desviar este proceso.
Desde que se inicia todo el transcurso de búsqueda de la noticia hasta el momento de la publicación o emisión, hay todo un proceso que está perfectamente influenciado. Esta influencia puede darse desde el periodista, pero más aún del medio sobre el emisor. Y es aquí donde más nos compete.

Algunas informaciones son rechazadas en el momento inicial (ni siquiera recogen porque no interesan; por ejemplo un ministro acude al ministerio como todas las mañanas), en el proceso de elaboración (se ha recogido toda la información pero no se cuenta con los datos suficientes para hacer de ella una noticia; por ejemplo, parece que una empresa que se va a fusionar con otra, pero no está confirmado), o en el tratamiento (se cuenta con todos los datos pero sometida al proceso de jerarquización de informaciones hay otras que son más importantes que ella). Lo que significa es que durante las tres fases de la noticia (…), se toma todo un cúmulo de decisiones.[1]

Todo este proceso recibe el nombre de gatekeeping[2], el cual es segundo en los medios de comunicación para incluir y excluir informaciones de las cuales surgirán las noticas a publicarse en la primera página de un periódico o las que encabezarán un noticiario de televisión o radio.

La noticia también atraviesa un proceso el cual transcurre desde que al periodista le entregan la pauta informativa hasta que se sienta a escribir. También, abarca una “estructura de la información, una selección de la fuente, una forma especifica de contenidos, una prioridad de tiempo y espacio”. En este sentido s pueden observar distintos niveles de mediación que pueden beneficiar o impedir que un hecho noticioso verdadero salga a la luz pública. Canel habla de las características individuales de los periodistas, las rutinas profesionales de los medios, la organización de la redacción, o los factores externos como son la fuente, las autoridades políticas, la inversión publicitaria y otros medios de comunicación.

Veamos brevemente cada uno de estos niveles de mediación y como esto puede afectar la narración de la realidad.

a)    Las características individuales de los periodistas: son la formación profesional, la experiencia, su comportamiento ético, las actitudes personales, los valores y creencias (actitud, por ejemplo, ante la familia) y las tendencias políticas. Estos aspectos personales influyen al momento de la elaboración de una información. Deben permitir que el periodista se acerque mucho más a la verdad, como que tenga esa capacidad de poner a su disposición de manera positiva la humildad, la honestidad y la responsabilidad para que pueda llegar a tener un producto final mucho más apegado a lo real y así aportar algo a la sociedad.
b)   Las rutinas profesionales: son aquellas prácticas o usos que se repiten habitualmente en el quehacer informativo, y que llegan a constituir el contexto inmediato en el que los periodistas trabajan. Son rutinas profesionales por ejemplo, el tener que usar la estructura de la pirámide invertida o el deber de responder a las “cinco preguntas” del primer párrafo de la noticia; “o rechazar aquellas informaciones que no están suficientemente contrastadas o que no cuentan con buenas imágenes.
c)    Cuestiones organizacionales: se refiere a la influencia que tiene toda la infraestructura de los medios, tales como: la organización del personal, la distribución de las secciones, las condiciones tecnológicas, la necesidad de recibir servicios informativos internacionales, la identidad propia de la redacción y propiedad del medio. Todos estos elementos influyen a la hora de tomar decisiones, pues si hay algo que atente contra este nivel, el tratamiento informativo será diferente.

Y, en el último nivel de mediación se encuentran todos aquellos elementos externos al medio que influyen a la hora de tomar decisiones.

En primer lugar están las fuentes. Estas pueden condicionar la cantidad y la calidad de la información que se quiere publicar. Es por esto que los periodistas deben tener la capacidad de manejar (en el mejor sentido de la palabra) a su fuente para que le puede proporcionar todos los datos que necesita.

Luego están los otros medios, la audiencia, la publicidad y los gobiernos. Han tenido mucho más influencia estos dos últimos, pues en los periódicos y televisoras no se publican informaciones si atentan contra un anunciante del mismo medio; asimismo, se le llaman “intocables” a aquellos funcionarios del gobierno o de oposición que no deben salir reflejados porque eso sería ratificar lo que a los actores políticos les afecte. En este sentido, los intereses particulares y empresariales siempre han querido estar por encima de la labor profesional informativa.

El periodista en el quehacer profesional

La personas que optan por la carrera de comunicación social, o en especifico el periodismo, deben estar conscientes de que son parte del proceso de producción de noticias; el cual no está protagonizado por un solo sujeto, sino que depende de un equipo. Todas las personas que laboran en el medio requieren estar formadas, de tal manera que cada quien se siena responsable de lo que aporta. No basta sólo que el periodista sea objetivo y bueno, sino que su equipo también tenga valores y esté consciente de su labor en el medio. Por todo esto el periodista debe tener:

  • ·      Capacidad de selección

Está bien claro que el periodista debe saber manejar todos los criterios de noticiabilidad para poder hacer una buena selección de la información, pues está claramente entendido que no se puede informar todo lo que sucede. En ese sentido, se entiende que es imposible conocer toda la realidad, sólo se alcanza una parte de ella; además no se puede divulgar todo lo que se conoce. Por eso según Soria, “el informador debe hacer una selección de las noticias que sean próximas, novedosas e interesantes.”[3]
A pesar de esto, seleccionar nunca puede ser considerado como manipulación, pues escoger permite organizar la realidad para presentarla en forma de noticia lo más verídica posible. De ahí la relevancia de que el periodista sepa “ver” y “escuchar”, es decir conocer para desarrollar una mejor capacidad de elección.

  • ·      Exactitud y comprobación

El tiempo en las salas de redacción de un periódico, la inmediatez de la radio y la televisión, y la actualización constante de las páginas web, ha obligado a los periodistas a trabajar bajo presión. A pesar de esto, el buen profesional está llamado a hacer las noticias con exactitud, pero sobre todo comprobadas.

  • ·      Conocimientos para relacionar los hechos e interpretarlos

Todo periodista debe están formado, es decir, tiene que pasar por la universidad para poder ejercer ética y profesionalmente su área. Esa instrucción abarca no sólo las técnicas del periodismo, sino también un conocimiento general sobre lo que es la realidad de su país (económica, política y social), las tendencias ideológicas que circundan las relaciones sociales y todo el contexto internacional tecnológico y científico que influyen en la vida humana. Es por eso que la formación integral del periodista debe estar centrada en filosofía, lógica, ética, derecho, economía, sociología, literatura, historia; que se reflejarán al momento de hacer un texto periodístico.
Por eso es necesario que el comunicador sepa de todas esas disciplinas, no para especializarse en una, sino para poderlas relacionar a la hora de ejercer la profesión. En ese sentido, si el periodista no sabe, no hace bien su oficio, por tanto, no estará preparado para el manejo de los medios.

  • ·      Agilidad para captar los datos y procesarlos

El reportero debe tener la habilidad de poder procesar con rapidez pero con atención lo que ve y lo que escucha. Esta agilidad está relacionada además con ese “olfato informativo” que le permite resolver con rapidez, tomar decisiones al momento, hacer un trabajo con mayor claridad; y a la larga iniciar una investigación sobre una noticia que difundió.

  • ·      Saber escribir, hablar y darle buen uso al lenguaje

El comunicador social debe saber escribir un texto periodístico. Por eso la importancia de aprender las técnicas de la escritura en la universidad, el escribir durante toda la carrera.
De aquí la importancia en aprender a organizar las ideas, de recurrir a la estructura gramatical sencilla: sujeto + verbo + predicado. La necesidad del buen uso de los términos con las debidas acepciones que correspondan. La capacidad de escoger los verbos para poder denotar la acción en la información.

Objetividad como saber prudencial

Cuando se habla de objetividad como el hábito de decir las cosas tal cual son y ocurrieron, se le exige al periodista la práctica de una virtud en esa búsqueda de la verdad que la caracteriza. A medida que va creciendo y madurando el hombre. Este hábito va formando parte de su vida, hasta desarrollar un autocontrol y evitar los vicios que pueden surgir en su profesión.

Aquí hablamos de prudencia, considerada la primera de las virtudes cardinales y hacedora del bien. “Etimológicamente, prudencia viene del latín procul videre, que significa “ver de lejos”, o con palabras pedestres “verlas venir” y decidir adecuadamente’. Para el periodista, ese ver de lejos significa saber observar y conocer la realidad que lo circunda antes de juzgarla.

Se considera la prudencia como cimiento de la objetividad, porque ejerce un dominio sobre las actitudes impulsivas e instintivas que puede tener el ser humano bajo determinadas circunstancias y, por ende, distorsionar la verdad de las cosas.

Por eso se entiende la prudencia como una capacidad de elegir los medios correctos para alcanzar fines buenos. En el ejercicio periodístico, esta virtud juega un papel fundamental para la interpretación de los hechos que es el momento donde el profesional puede tergiversar la verdad de las cosas a través de un juicio erróneo. En este sentido, si para el periodista es un hábito ser prudente, tendrá la capacidad de reflejar la verdad de los acontecimientos en sus noticias, respondiendo a la naturaleza de los hechos y no de intereses particulares.

Honestidad y humildad intelectual

El hombre es un ser imperfecto y por tanto puede equivocarse, es decir, caer en el error. Sin embargo, esto no lo exime de la obligación de salir del error para aclarar lo dicho o hecho, para rectificar. Esta actitud que puede y debe asumir la persona es una muestra de humildad ante quienes rectifica. Porque reconoce su equivocación y dice la verdad.

El Papa Juan Pablo II dijo una vez que se deben respetar la objetividad, honradez y sinceridad por ser “los requisitos fundamentales de toda la comunicación”[4] La primera es interpretada por Carmela Aspillaga  como una actitud del sujeto que viene dada por la fidelidad al objeto real, por lo que se puede pensar que está impuesta desde el exterior, aunque constituye un hábito interno. Mientras la honradez hace referencia a la hombría del bien, a la probidad , integridad y rectitud del sujeto. En tanto que Desantes define la sinceridad como una “exteriorización del mundo interior tal como es (…). El deber de informar en el comunicador del mundo interno lleva como consecuencia el deber de ser sincero. Si no lo es, miente.”[5]

En estos tres aspectos se puede fundamentar la honestidad intelectual de la que hablamos porque le exigen al periodista que sus informaciones sean fieles a la realidad, que su desempeño profesional responda al bien común y se le invita a decir la verdad desechando cualquier clase de mentira.

Se considera la honestidad intelectual como una condición para el periodista objetivo porque manifiesta unas intenciones rectas en su quehacer profesional y que está dispuesto a reconocer si se ha equivocado en alguna información. Además, esta actitud de humildad corresponde al periodista a quien se le atribuye la objetividad, ya que asume la realidad tal cual es, aunque haya situaciones que vayan en contra de sus posturas personales.

Responsabilidades

La responsabilidad se entiende como la obligación que tiene cada persona de responder por sus actos, palabras o pensamientos; y se le considera también como el deber de indemnizar por un perjuicio. Cada quien en su ámbito, ya sea laboral, estudiantil o familiar, tiene responsabilidades que cumplir. Es importante entender que el principal beneficiario de ser responsable es el mismo sujeto porque gozará de una aceptación y respeto social, habrá cumplido con su cuota de aporte a la sociedad, y ayudado en el desarrollo familiar.

El periodismo es trabajo que compromete la inteligencia en servicio de la verdad y del bien y desempeña una función de amplio alcance en la orientación de la mentalidad y de la conciencia individual y colectiva. Por tanto, requiere dotes no comunes de perspicacia, equilibrio, sensibilidad que, juntamente con un profundo sentido de responsabilidad, deben ponerse en práctica simultáneamente y en toda circunstancia, para cumplir las funciones propias de una profesión que ha venido a ser cada vez más difícil con ele progreso de la gama de los medios técnicos y de su perfeccionamiento.[6]

El Sumo Pontífice estima que con los avances tecnológicos –sobre todo en el área de la comunicación- el reto del trabajo periodístico es aún mayor, porque debe hacer un buen uso de estas herramientas y ponerlas al servicio del bien. El valor añadido de responsabilidad que deben tener los periodistas, en comparación con otras profesiones, radica en el amplio alcance en la orientación de la mentalidad y e la conciencia individual y colectiva del que hablaba Juan Pablo II. Esto porque se dirigen a personas que pueden cambiar sus formas de pensar y actuar por los mensajes recibidos a través de los medios de comunicación social.

Capacidad de asombro

La pérdida de la capacidad de asombro es una de las actitudes que prevalecen en la actualidad. La gente se acostumbra con mucha facilidad a las situaciones nuevas y estas pierden su interés al poco tiempo. Al periodista especialmente se le pide que tenga capacidad de asombro ante la realidad, para que con su trabajo la transmita a los demás pues se convierte en aquel que ve lo que otros no ven.

El asombro constituye un despertar del letargo en que suelen estar las personas esclavas de la rutina. Para los periodistas puede ser común caer en la monotonía al cubrir siempre la misma fuente y conformarse con lo que digan los voceros de estas, sin darse cuenta de que hay múltiples aristas que se pueden desarrollar de un mismo tema. Ahí la capacidad de asombro constituye en preámbulo para captar la esencia de las cosas, a través del deseo de investigar y buscar la verdad, que debe caracterizar al periodista objetivo.




[1] Cfr. María José Canel, Comunicación Política, Editorial Tecnos, Madrid, 1999, pág. 131.
[2] El término fue creado a partir de otros dos: gate que significa barrera y keeping el cual traduce guarder o vigilar. Según Canel, el periodista es un vigilante de la barrera, denominado también un guardia de aduana, en cuanto a que su quehacer informative está “controlando” o “vigilando” el paso de las informaciones, para decider cuál de ellas es noticia. Cfr. María José Canel, op. cit., pág. 133.
[3] Carlos Soia, El laberinto informative… op, cit. pág. 137.
[4] Juan Pablo II, Citado por Carmela Aspillaga, op cit., pág, 126.
[5] José María Desantes, Citado por Carmela Aspillaga, op. cit.. pág. 126-127.
[6] Juan Pablo II, Citado por Carmela Aspillaga, op cit., pág, 78-79.

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