La historia del periodismo en el ámbito
mundial ha estado marcada por constantes cambios tecnológicos que han
reestructurado la forma de ejercer esta joven profesión. Sobre la marcha, se
han forjado algunas pauta para que el quehacer informativo sea mas ético y
apegado a la realidad. La objetividad periodística es uno de los hábitos del
informador que más se ha cuestionado desde que se acuñó el termino a mediados
del siglo XIX.
El origen del concepto de objetividad
periodística se ubica aproximadamente a mediados del siglo XIX. El esquema propuesto por Dan Schiller dice
que:
“El (…) recurso a la objetividad se debe
históricamente a tres factores: a) la reacción provocada contra los excesos del
periodismo amarillo del siglo XIX; b) el auge de las agencias de noticias –a
partir de la Associated Press en 1848-, que presumían de neutralidad para
vender sus servicios a periódicos con ideologías muy diversas; c) la postura
científica tan en boga en el siglo XIX con el apogeo del positivismo según el
cual los hechos podían y debían distinguirse de los valores.
a) Reacción contra los
excesos del periodismo amarillo del siglo XIX
Asumir el periodismo como una herramienta
con el único fin de vender mas, fue lo que propulsó el periodismo amarillo.
En primer lugar, en lo referente a lo
cuantitativo se registró un aumento considerable en los tirajes de los
periódicos, como antes no se había logrado. A su vez, esa mayor difusión de los medios impresos les conferirá una gran
repercusión social, cuyas ventas serán el resultado de unos contenidos más
atractivos y dinámicos que lograron atraer a la audiencia con el recurso de
informaciones más impactantes, diversificadas y, en ocasiones, escandalosas.
El periodismo amarillo es entendido como
el tipo de periodismo que persigue fines exclusivamente lucrativos sin
importarle los medios. Estas formas son fundamentalmente el sensacionalismo, la
información inventada o alterada, y la información morbosa sobre personas y
sucesos.
b) Auge de las agencias de
noticias:
En buena medida, los teóricos de la
comunicación que han intentado acercarse al surgimiento del concepto de
objetividad periodística, lo ubican en Estados Unidos a mediados del siglo XIX
con la formación de las agencias de noticias.
La implementación de la pirámide
invertida, donde se ejercía un mayor control sobre la redacción periodística,
se puede considerar como una ruptura del periodismo amarillo en el último
cuarto del siglo XIX. “Es doctrina común que el nacimiento del la Associated
Press parece ser el factor determinante de la nueva fórmula textual, como fruto
de la concurrencia de varios factores, entre los que cabe citar como principales:
- · La necesidad de enviar a los periódicos asociados a la Agencia –que eran de muy diversos enfoques editoriales- noticias que pudieran ser publicadas en todos ellos, lo cual se podría lograr teniendo solo hechos, para que pudiesen ser utilizadas en cualquiera de los diarios.
- · La inevitabilidad de acudir a personas no especializadas, no formadas como periodistas, para recabar todo ese material noticioso.
- · La transmisión de los servicios de agencia a través de las aún precarias líneas telegráficas, a su vez, aconsejaba seguir un orden jerarquizado en la redacción de los textos, de manera que ante una interrupción de la transmisión, como solía ocurrir, siempre pudiesen llegar al periódico los datos más importantes.
La pirámide invertida se convierte aso en
el formato factual por excelencia: el único capa de transmitir con una cierta
asepsia los hechos, sin otra valoración por parte del periodista que la mera
jerarquización de esos hechos, realizada por otra parte –según sus defensores-,
a partir de la jerarquía natural de esos mismos datos: es decir, con menor
manipulación posible.
Según George Krimsky “El concepto de una
prensa digna de confianza, basada en la información, surgió muy tarde en la
evolución de Estados Unidos. A mediados del siglo XIX, la prensa perdió su
función preponderante como instrumento de una minoría política selecta al
convertirse en un medio de comunicación de masas.
En el Diccionario de Ciencias y Técnicas de
la Comunicación también se hace referencia a las características de las
informaciones de las agencias, al considerar, que: En primer lugar, deben
recoger los hechos, lo que ha ocurrido, describiéndolo con exactitud en cuanto
se conocía en el momento de informar sobre ello. En segundo lugar, las agencias
deben abstraerse de comentar su información comparable teóricamente a una
fotografía del acontecimiento hecha con palabras, para que esta llegue a sus
destinatarios en ese estado de ‘materia prima’ al que aludía Sigfried. Pueden
–y en muchas ocasiones deben- añadir los datos y antecedentes necesarios para
que el hecho informativo, la noticia, sea apreciado en su debida importancia y
escala, pero evitarán cualquier comentario que suponga una interferencia de
opiniones en lo que debe ser un relato de hechos comprobados. Como resultado
–suele afirmarse- obtendremos una información objetiva, independiente de
prejuicios, simpatías o fobias. Una información que podrá ser utilizada por
cualquier medio, cualquiera que sea su opinión.
c) Apogeo del positivismo:
Cuando surge el periodismo moderno a
mediados del siglo XIX la corriente filosófica en boga era el positivismo.
Jacinto Choza realiza una certera y
acertada síntesis explicativa del positivismo cundo afirma que este se
corresponde con la creencia según la cual, la ecuación científico = verdadero =
objetivo = formalizado = racional y su contraria subjetivo = acientífico =
incognoscible, categorizan plena y exhaustivamente la realidad y el
conocimiento.
El positivismo reduce la realidad a lo
que es sujeto de comprobación, dejando por fuera múltiples aspectos, que no
pueden meterse en el mismo saco. Además, esta concepción materialista y
escéptica de la realidad resulta inaplicable para las humanidades y ciencias
sociales donde se estudia el hombre y la relación con su entorno.
Esta corriente que influenció el
periodismo de la época, otorgó un método como la pirámide invertida para que
los profesionales de la comunicación de alguna manera se libraran de la
tentación de dejar colar sus posturas en las noticias, respondiendo así a un
formato preestablecido que se debía adecuar a cualquier hecho.
Como parte de este pensamiento de las
ciencias experimentales que se quiso aplicar al periodismo, quedó plasmada en
aquella época la frase “los hechos son sagrados, las opiniones libres.”
El radical apego del periodismo al modelo
positivista reflejado en la distinción entre hechos y opiniones se opone a una
de las funciones del comunicador social como lo es interpretar, relacionar unos
hechos con otros y hacer la compleja realidad más digerible para los lectores.
Además, como se ilustra al periodista como los ojos del público, este debe
ofrecer en sus noticias la información más completa posible para que los
lectores tengan una visión cabal de la realidad a la cual no tienen acceso por
falta de conocimientos o herramientas tecnológicas.
No en vano lo novedoso y lo actual forman
parte de los llamados criterios de noticiabilidad –aspectos a tomar en cuenta
para considerar que un hecho pase a ser noticia a través de los medios de
comunicación-, tanto así que se le deja de hacer seguimiento a informaciones de
días anteriores para darle prioridad a lo reciente.
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