lunes, 10 de marzo de 2014

Objetividad periodística - Capítulo 3: Definición de objetividad periodística

Gran parte del problema en torno al tema de la objetividad periodística radica en un desconocimiento e imprecisión de lo que significa el término. Muestra de ello es que se tienda a confundirse con otras actitudes del periodista ante la información noticiosa, como imparcialidad, neutralidad, concisión y veracidad; incluso se llega a considerar como la separación entre noticias y opinión (artículos/editoriales).

Debemos afirmar categóricamente que la objetividad se basa en la verdad, es decir, en la realidad.

Uno de los cimientos mas claros de ser periodista consiste en que este debe contarle a los demás lo que está pasando “en el mundo físico, intelectual y moral” En tal sentido, el punto de referencia para todo comunicador social, es la realidad. De ahí la importancia de que el profesional de la información tenga un conocimiento amplio y profundo de la fuente concreta que maneja, y así tener las herramientas suficientes para poder aproximarse a la verdad de los hechos que debe contar

“La objetividad periodística podría definirse como la cualidad que debe tener la información al ser el reflejo fiel de la realidad de la cual se ocupa” esta es una de las acepciones que considera a la objetividad como una característica de la información que se apega a los hechos tal como sucedieron, pero no menciona que hay un sujeto mediador entre la realidad y la información difundida.

Lo que si es cierto es que en su labor debe estar lo más apegado posible a la realidad, no interpretada desde sus posturas personales, sino desde la realidad de los hechos.

Etimología:

Se dice que objetividad “viene de objeto (del latín obiectus). Entre los muchos significados que se atribuyen a esta palabra, en el Diccionario de Uso del Español de María Moliner se puede leer: “Objeto, con respecto a una acción, una operación, mental, un sentimiento, etc., cosa de cualquier clase, material o espiritual, corpórea o incorpórea, real o imaginaria, abstracta o concreta, a la cual se dirigen o sobre la que ejercen.”

“Etimológicamente, y habida cuenta de que el sufijo –ismo indica superioridad y dominio, objetivismo significa la primacía de lo objetivo, el primado de lo referente a lo objeto. Se puede decir que, etimológicamente, significa las propiedades de las cosas en si consideradas frente al esse subiectivum expresivo de las propiedades que de las cosas tiene el sujeto cognoscente.

Visión deontológica de la objetividad:

Justicia, objetividad y otros muchos actos y hábitos, son en la persona humana valores tendenciales. El informador tiene el deber de ser lo más objetivo posible y de adquirir, de manera progresiva, el hábito de la objetividad.

Cuenca se refiere a cuatro dimensiones que corresponden a la objetividad del comunicador social: filosófico-existencial, psicológico-perceptual, económico-empresarial e ideológico-político. Solo se hablará de los tres primeros puntos pues corresponden a los criterios de objetividad desde el punto de vista del hábito.

  • ·      Dimensión filosófico-existencial: la capacidad de objetivar, de poner afuera lo que afuera está y verlo en su verdadero contexto, sin apropiárnoslo por el hecho de ser espectador de un acontecimiento, es una importante facultad del ser humano racional que requiere de una cierta fluidez en el campo profesional del periodismo. Cuando se trata de mantenerse efectivamente como espectador del hecho y no pasar a ser actor del hecho o suceso, se requiere de una actitud clara donde el yo del individuo tenga sus limites definidos y halla desarrollado un adulto integrado de manera adecuada. En ese saber distinguir lo que esta fuera de nosotros aún cuando toque su sensibilidad, ideología o historia personal de lo que está dentro de nosotros es una de las facultades que el periodista tiene que desarrollar y en este sentido deben apuntar los esfuerzos de los docentes de las escuelas de comunicación social del país.
  • ·      Dimensión psicológico-perceptual: son muchos los obstáculos con los que tropezamos para ver (al interior de nosotros mismos o al mundo exterior) y se hace necesario saber ver y para ello hay que aprender a ver y más allá de aprender a ver, hay que usar los ojos para mirar y ser capaces de darnos cuenta que aún cuando vemos algo, puede ser una percepción alucinada o alguna apariencia o en términos psicológicos una fantasía que quiero que sea pero que no llega a ser. En este sentido vale la pena destacar los aportes que la psicología humanista ha hecho en la búsqueda de esa necesaria objetivación para dar ayuda al otro y lograr la adecuada ubicación del yo (…) Solo un profesional verdaderamente adulto, autónomo y realista, será capaz de acercarse a la objetividad periodística, que no lograrla. En esta dimensión Cuenca hace hincapié en algo de vital importancia para el periodista, y es el “saber ver” que no es simplemente utilizar el sentido de la vista, sino ir más allá y “darnos cuenta” de que algo puede ser verdadero o falso. Esto implica una mayor necesidad del periodista por conocer muy bien su fuente de información.
  • ·      Dimensión económico-empresarial: cierto que los periodistas sufren una doble censura: la que de manera sutil, en oportunidades, y/o abiertamente en otras, aplica la empresa de medios, depende del caso; y la que el mismo se hace: la autocensura, efecto de sus preconceptos y miedos… Esta instancia económico-empresarial cada vez se presenta como una dimensión limitante de la libertad de redacción del reportero. Está claro que el periodista, en el manejo de la información, deberá plantearse nuevas formas de acceso y de participación.


Estas tres dimensiones enunciadas por Cuenca, se fundamentan especialmente en el momento en que el informador conoce y capta la noticia en sí misma, lo cual implica una serie de elementos personales y profesionales que le ayudarán a estar lo más apegado a la verdad. Sin embargo falta un elemento fundamental: la transmisión de esa información. A esto Soria señala que objetividad supone una segunda fase: “comunicar la realidad de tal forma que el receptor la conozca  la entienda. Por lo que todo esto exige por parte del periodista una honestidad humana, intelectual y profesional.

Latente “Doctrina de la Objetividad”

Periodistas y teóricos de la comunicación de la postmodernidad han expresado que la objetividad es un imposible, pues se tienen que separar los hechos de las opiniones personales del “periodista”. Empero, referencia a la fuente con que se respalda una información no se le ve como una opinión, sino más bien como un sustento al hecho noticioso. La separación entre hecho y opinión no está del todo clara. Es por esto la importancia de revisar cual es la verdadera separación entre hecho y opinión; además de desmitificar el eslogan periodístico de los últimos años: “los hechos son sagrados, las opiniones son libres.”

Al hablar de distinción entre hechos y opiniones, cabe preguntarse ¿opiniones de quién?, ¿del periodista o de la fuente? En el primer caso, es norma fundamental que el periodista no introduzca sus posturas en sus escritos, a menos que sean publicados en las columnas de opinión Mientras los comentarios de la fuente son considerados datos que refuerzan la veracidad de un hecho. ¿En este campo de opiniones se puede hablar de objetividad? Si, siempre y cuando las opiniones estén sustentadas en la verdad de las cosas y sean presentadas al público como tales, y no como evidencias de un hecho.

Cuando el periodista utiliza la narración o la descripción para contar cosas que ha investigado o descubierto, se sitúa intelectualmente en el mundo de los hechos y su relato adopta la forma de un relato técnicamente correcto si actuara con una disposición psicológica de no-intencionalidad (es decir con la preocupación de no introducir conscientemente sus puntos de vira personales dentro del texto que está elaborando). Pero cuando el periodista utiliza la exposición o la argumentación, se ubica en el mundo de la opinión y su mensaje periodístico recibe el nombre de comentario, un comentario que, por definición, es libre y subjetivo, pero que debe someterse a las reglas establecidas del fair comment o juego limpio. En resumen, la disposición psicológica que debe presidir la elaboración de textos periodísticos se manifiesta en una muy concreta honestidad intelectual, que se denomina no-intencionalidad cuando hablamos del texto llamado relato, y juego limpio cuando nos referimos al texto de opinión o comentario.

Objetividad no solo es contar el puro hecho, pues pueden haber diversas formas de contar la realidad, sino llegar a dar con todos los elementos que permiten al informador acercarse a la verdad para poder difundirla lo más apegada posible a la realidad.


Imprecisiones Tecnológicas

Una de las posturas más comunes entre periodistas en ejercicio es el desplazar el concepto de objetividad, sustituyéndolo por el de imparcialidad y neutralidad. La objetividad se ve como un imposible, pero parece que el término es el que se vuelve intolerable. La solución a la cual han llegado muchos teóricos y profesionales activos, es el de cambiar la palabra por sus sinónimos más próximos, lo cual genera imprecisiones terminológicas que no resuelven el problema sino que más bien lo empeoran.

La neutralidad que admite una separación del informante, se contradice con la idea de verdad concebida desde el periodismo, la cual implica un apego a ella; y por tanto, una parcialización y una acogida de una “de las opciones” de las cuales hay certeza, sobre lo que luego se convertirá en noticia. Asimismo eta actitud de neutralidad deja entrever un escepticismo ante los hechos, trayendo como consecuencia una mecanización de la información, un seguir reglas sin conocer a fondo los hechos.

El periodismo objetivista influido por el relativismo moderno apunta a esta perspectiva: impedir cualquier verificación, dando cabida a la simple confrontación de la realidad o de las fuentes que la sustentan dejando a escogencia del lector aquello que es no es verdad. En otra palabras una apariencia de neutralidad; “en una estructura que obliga a los informadores a atenerse a los valores; en un empobrecimiento y una falacia sofistica que sirve para la manipulación de la sociedad, sin que la mayoría lo advierta.

Cuando se habla de neutralidad e imparcialidad en los términos se olvida que el uso de los mismos supone una valoración. No existe un lenguaje neutro, existe un lenguaje bien usado.

“La simple utilización de una palabra en particular implica una valoración, pues la palabra en sí misma dice el significado de lo que se quiere expresar de la realidad.

Imparcialidad reinante

La voz imparcialidad según el Drae- consiste en la “falta de designio anticipado o de prevención a favor o en contra de alguien o algo, que permite juzgar o proceder con rectitud. Este concepto hace énfasis en cuidar el juicio y la acción, para evitar cualquier tipo de postura y “proceder con rectitud”. Pero también hace referencia a una ausencia de la intención. Esta noción –vista desde el periodismo- puede deslindar al informador de la posibilidad que tiene de intencionar sus actos, de permitirle siempre la duda, aunque se advierte en el hecho de juzgar bien los actos. Asimismo se hace hincapié en la prevención y en este sentido el periodista no puede estar prevenido, pues la realidad está presente por sí sola, sin intervención forzosa de nada ni nadie.
Sinónimos convertidos en antónimos

El equilibrio es también otra aceptación que se utiliza para suplantar la llamada objetividad. Este término se entiende como darle el peso suficiente de ambos lados de la balanza a la noticia. Es lo que en el periodismo se conoce como en “contraste de fuentes” que ya se explicó en lo relacionado con la neutralidad. Pero este contraste de fuentes viene más dado por el peso en el número de declaraciones o hechos, que por el mismo choque de opiniones. Este llamado equilibrio –simulando la balanza- no puede ser semejante a la objetividad, pues en primero se hablaría de dos verdades que tienen igual peso; en cambio en la segunda, el peso mayor lo lleva a la verdad como única, es decir, se haría la real justicia.

Objetividad como concepto relativo a culturas e ideologías

La objetividad es un concepto social distinto según sean las culturas estudiadas. De esta forma se ofrece una visión relativizada de la objetividad que, a su vez, incluye la concepción de la verdad, donde se permitiría una interpretación a preferencia de cada quien sobre esta actitud profesional sin que haya un consenso al respecto.

En esta consideración de la objetividad como relativa a culturas no estarían establecidos unos cánones de desempeño profesional del periodismo para diversas sociedades, sino que cada una establecerá las normas a su parecer.

 A este punto de las ideologías, Gloria Cuenca añade la cuarta dimensión del “periodista objetivo”:

  • ·      Dimensión ideológico-política: la información es también una mercancía ideológica. Esto implica que esta noticia, redactada por el periodista se incorpora al medio de difusión, tiene componentes que trascienden el marco individual y de creencias ideológicas del redactor y pasa a formar parte del mercado de noticias que se ofrecen a través de los medios… Justamente por ser la notica mercancía ideológica, los componentes que se le añaden (sensacionalismo, amarillismo, exageración, distorsión) o se le quitan (fragmentación, descontextualización, omisión) apuntan en el sentido de reforzar el sistema de medio de difusión vigentes en la sociedad.


Objetividad periodística: saber dar en el blanco

La objetividad periodística es un habito personal, que requiere de un esfuerzo y una intención constante por parte del comunicador social, para conocer a fondo la realidad y difundirla tal como la capta, teniendo en cuenta el contexto que la circunda. Esta disciplina de la verdad exige honestidad, prudencia, responsabilidad y profesionalismo integral, como valores que ayuden a respetar la realidad y las personas.

Con esta actitud se busca dar noticias que no alteren la naturaleza del hecho, de manera que el público la comprenda y pueda conocer esa parte de la realidad a la que accede el periodista por su rol de mediador.

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